Características del románico en
Escandinavia
Las
características que definen la identidad del arte escandinavo en el ámbito
general del románico tienen su raíz en el contexto histórico y geográfico.
La
región que hoy incluye Dinamarca, Noruega y Suecia experimenta un período de
expansión explosiva que dura desde el s. V hasta principios del XIII. Una
expansión que se conoce en la Europa occidental sobre todo por las correrías de
los vikingos en tierras ajenas, aunque comprende además la emigración y
colonización (Inglaterra, Italia, Normandía, Rusia), el comercio (desde el Imperio
Romano), el servicio de mercenarios al papado y Bizancio, etc. Paralela a esa
expansión externa los países nórdicos evolucionan internamente hacia una
unificación política y lingüística, y hacia la consolidación del poder de la
monarquía.
La
cristianización de Escandinavia es relativamente tardía. Los primeros
misioneros, llegan en el s. VIII, pero el establecimiento del cristianismo allí
es lento. Aparte de los esfuerzos misioneros de diferentes individuos, el
avance más efectivo es logrado por las órdenes religiosas (cluniacenses,
benedictinos y cistercienses) en los s. XI y XII. Con ellos la Iglesia queda
establecida en Escandinavia y para principios del XIII la legislación de estos
países está claramente marcada por el canon romano.
El
románico escandinavo nace dentro de la riquísima tradición artística del arte
nórdico pagano, un arte que puede definirse como fundamentalmente decorativo y de
tendencia abstracta, con una estética muy diferente a las de Grecia y Roma que
constituyen el sustrato del románico de la Europa meridional.
Es
necesario, no obstante, recordar que el arte nórdico no está aislado de las
influencias de aquéllos y que, de hecho, la relación entre ambos es de una
permeabilidad recíproca como puede verse en la presencia de la estética nórdica
en el románico de Inglaterra, Italia, Sicilia, etc., y en la influencia del
románico hispano en las iglesias de la isla de Gotland en el Báltico.
Anker
señala la existencia de dos etapas del románico nórdico: un período de
transición (pagano-misionero), y otro marcadamente cristiano.
En
el primero predomina la temática pagana nórdica con motivos animales y
filigrana decorativa representados con un alto grado de abstracción y con unos
referentes marcadamente nórdicos (leyendas, personajes, etc.), todo ello
evidente en las primeros templos cristianos de la región.
En
el segundo período prevalecen motivos y símbolos compartidos con el resto de la
Europa medieval y cristiana, si bien persiste la preferencia de una estética y
temática autóctona (v.g.: el pie del pesebre en la Natividad de la pila
bautismal de Åkirkeby, en la isla de Bornholm, tiene la forma de una proa
típica de barco vikingo antiguo).
La
arquitectura del románico nórdico es fundamentalmente religiosa y adaptada a
las necesidades locales. La iglesia típica del románico nórdico tiene una
planta tripartita: ábside, presbiterio y nave única, planta que aparece
definida en tres cuerpos en el exterior. A menudo la puerta de entrada se abre
en la pared sur de la nave, pero hay variantes de este modelo con aberturas al
oeste y/o al norte.
Las
paredes interiores estaban profusamente decoradas con pinturas o frescos, como
en las la iglesias de Hornslet, en Dinamarca, y la de Bjäresjö, en Suecia decoración
que se extendía a menudo a los techos de madera (como por ejemplo en la iglesia
de Dädesjö, en Suecia). La orientación del templo suele seguir la norma
universal con el altar al este.
El
románico escandinavo se benefició de la pericia alcanzada en el trabajo de
forja en el período pagano, que fue ampliada con la ayuda de la experiencia
aportada por los cistercienses en este campo, así como en una orfebrería
universalmente reconocida del período pagano.
Mención
especial merece la stavkirke [iglesia de mástiles], templo característico del
cristianismo nórdico que, en el caso de Noruega sobre todo, subsiste a la par
de la iglesia románica de piedra. Eran edificios de construcción fácil y rápida
dentro de la capacidad de la carpintería local y probablemente constituían una
alternativa eficaz y barata a la construcción en piedra, más cara y lenta y a
menudo necesitada de pericia externa. Hay bellas muestras de ellas tales como
las de Urne, Borgund, Hedalen y Vågå. En todas ellas el románico nórdico se
manifiesta en una talla de la madera que deja ver sus raíces en el arte pagano
de la región. Los enormes crucifijos tallados en madera y típicos del románico
nórdico se colocaban en el arco hastial, cara a la nave.
La
talla en piedra sigue las pautas mencionadas anteriormente en cuanto a temática
y estilística, tendiendo ambas hacia los cánones generales europeos conforme se
llega al románico tardío y a los albores del gótico. Hay marcadas diferencias
de estilo en las diferentes regiones y en los numerosos talleres que han sido
identificados en la región, pero la concentración temática es en escenas
bíblicas (Génesis, Profetas, Jueces, etc.), de la vida de Cristo (Anunciación,
Visitación, Natividad, Adoraciones, Pasión y Resurrección) y otros temas
esencialmente religiosos que comparten el espacio con las escenas de zoomaquia
y la decoración de volutas, follaje y entrelazo del estilo antiguo nórdico. Se
usan materiales locales en general, con preminencia del granito en el centro y
norte de la península escandinava, y de piedra caliza o arenisca en otras
regiones, aunque existe tambien la exportación de objetos acabados.
En
resumen, pues, el arte escandinavo aporta al románico una estética y una fuerza
expresiva originales del arte nórdico pagano; a su vez, comparte con el
románico del resto de Europa las características que van haciendo de éste el
primer arte universal dentro del ámbito europeo, arte que encontrará una mayor
homogeneidad en el gótico.
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