miércoles, 12 de junio de 2013

EJERCICIOS

Relaciona los conceptos de la derecha con sus correspondientes de la izquierda. Al final del ejercicio comprueba tu puntuación
Catedral de Santiago de Compostela
San Miniato del Monte
San Martín de Fromista
Santa María de Tahull
Claustro de San Juan de Duero
Claustro de Santo Domingo de Silos
Magdalena de Vezelay
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EJERCICIOS

PILAS BAUTISMALES



Historia
Las pilas bautismales, tal y como las conocemos, están ligadas al Bautismo por inmersión, que perdura desde tiempos paleocristianos hasta el siglo XV en que empieza a imponerse el sistema de infusión.
A lo largo de esta larga época, la tradición fue evolucionando desde la construcción de de edificios separados de la iglesia llamados baptisterios que albergaban piscinas o grandes cubas a la inclusión del lugar del bautismo dentro de la propia iglesia, mediante pilas más pequeñas. Originalmente, éstas pudieron ser -en algunos casos- de madera o incluso metal para ser reemplazadas posteriormente por otras de piedra (que en algunos casos sus tallas simulan las tablas y cuerdas de las de madera).
En el periodo románico estaba ya popularizada la pila bautismal, siendo su incorporación al templo una de las acciones más importantes tras la edificación de la iglesia. Ésta solía estar ubicada junto a la puerta, en el atrio, o bien en el interior junto a los muros laterales, sobre todo el del Evangelio.
Sólo unas pocas pilas conservadas en España están fechadas, pero lo que parece aceptado es que existieron talleres especializados -aunque de muy diversa cualificación- en su realización por lo que se incorporaban frecuentemente en fechas algo posteriores a la construcción del propio templo. De nuevo, al igual que para la mayor parte de la arquitectura románica rural española, han de ubicarse cronológicamente de manera tardía, entre finales del siglo XII y todo el XIII. La rudeza de muchas de ellas en el ámbito aldeano no debe interpretarse como signo de antigüedad sino más bien al contrario, como arcaización y popularización progresiva de la escultura románica.
Durante los siglos bajomedievales e incluso más tarde se siguieron tallando pilas bautismales de "tradición románica" con formas e incluso decoración muy relacionada con las de tiempos románicos, lo que dificulta frecuentemente su datación y adscripción concreta al estilo.
Hasta hace poco, estos objetos artísticos del ajuar litúrgico han sido ignorados. Afortunadamente con el interés creciente que el románico está despertando desde hace unas pocas décadas, su estudio y valoración crecen como se merece.
Difusión
Si el patrimonio arquitectónico medieval está lejos de haber sido catalogado exhaustivamente (aunque ya se está avanzando mucho por parte de autores particulares, fundaciones y asociaciones culturales) más precario es el estado de la situación en el ámbito de los bienes muebles.


Sin embargo, podemos adelantar que el inventario de pilas bautismales románicas o de tradición románica en España es vastísimo ya que, en parte por su funcionalidad, y en parte por su peso y consistencia, han sobrevivido a todo tipo de destrucciones y expolios, de tal manera que es muy frecuente encontrar pilas bautismales medievales como único vestigio románico en iglesias completamente reformadas siglos después y cuya arquitectura original ha desaparecido completamente.
Autores individuales han aportado valiosa información sobre las pilas de algunas provincias. Las mejor estudiadas han sido las de Burgos, Palencia y Cantabria, aunque también hay importantes referencias de ellas en estudios sobre Soria, Guadalajara, Cuenca, Álava, Navarra, etc.
Tipología Estructural
La pila bautismal se talla en un gran bloque único de piedra. El tipo de material pétreo suele ser arenisca o caliza. Está constituida normalmente por tres partes: copa o vaso, fuste y basa, pie o pedestal.
Atendiendo a la forma de las copas, existen diferentes tipologías estructurales: más o menos semiesféricas, poligonales (con predilección por el octógono), cilíndricas, troncocónicas e incluso cuadradas o combinación de algunas de esas formas. Las más numerosas son las troncocónicas y semiesféricas.
Los fustes pueden ser cilíndricos, con columnas o múltiples baquetones, etc.
Las bazas o pedestales pueden ser de forma cuadrada o circular, aunque también las hay poligonales.
Tipología decorativa
La copa es la parte más grande y decorada y suele presentar, a su vez, tres partes: borde superior, cenefa y la gran superficie inferior.
El borde superior puede ser una simple incisión longitudinal, pero frecuentemente lleva tallado algún tipo de sogueado.
La cenefa suele incorporar decoración geométrica y/o vegetal a base de rosetas, estrellas, ondas, tallos entrelazados, zigzags etc.
La superficie inferior es la más importante y suele definir el "tipo" de pila bautismal. Esta superficie frecuentemente es lisa en las más sobrias, pero un elemento muy repetido es el de gallones o gajos verticales. También es frecuente encontrar arquerías sobre columnas. Estos arcos pueden ser de medio punto, de herradura (una especialmente interesante es la de Santa María de Riaza en Segovia) apuntados, lobulados, etc.
En algunas pilas estos arcos cobijan personajes humanos, en muchos casos Apóstoles. Citaremos las de San Martín de Unx (Navarra), Villamiel de Muñó (Burgos) y Moarves (Palencia).
En los casos más brillantes la superficie se encuentra esculpida completamente con animales reales o fantásticos, edificios, personajes inmersos en escenas bíblicas (son frecuentes los Apostolarios y la escena de la Anunciación) o caballerescas, etc.. La pila palentina de Colmenares de Ojeda es un buen ejemplo de pila con intensa figuración y que tiene la particularidad de representar el prorio Bautismo de un bebé en su correspondiente pila.
Otras pilas emplean esta superficie para decoración estrictamente geométrica de tipo astral (estrellas, espirales, círculos y semicírculos secantes...) o vegetal. La pila de Narvaja (Álava) es una maravilla en este aspecto.
Simbolismo
Desde la óptica irrefutable de que el arte románico es un arte eminentemente simbólico donde las formas físicas guardan y comunican verdades transcendentes, no es extraño que la pila bautismal encierre en sus formas numerosos simbolismos cristianos relacionados con el sacramento al que sirve: el Bautismo.
Por ejemplo, el concepto de la salvación procurada por el Bautismo mediante la "Fuente de Vida" y el agua vivificadora es representado mediante ondas, zigzags (olas del agua) y los propios gallones que simbolizan las bandas de la concha marina. Jean HaniI, en su libro sobre "El simbolismo del templo cristiano", nos dice:
"En el simbolismo tradicional, toda pila bautismal representa el Océano primordial, las "Aguas" del Génesis sobre las que se cernía el Espíritu de Dios para obrar la creación. Y por referencia a esas aguas es por lo que el bautismo o la pila bautismal poseen el poder de obrar una regeneración, una re-creación".
En la foto lateral aparece la interesante pila de Sebúlcor (provincia de Segovia) que agrupa ambos simbolísmos del agua: la cenefa superior con ondas zigzagueantes y los gallones de las conchas. Además, intercala .un interesante elemento, como es el de las cabecitas humanas entre los gallones, que también hallamos en otras iglesias segovianas como Aldealengua de Pedraza.
En el mismo sentido de reforzar el simbolismo de las aguas vivificadoras, existen pilas que decoran sus copas con escamas de pez, como en la caso de Neila (Burgos).
Por otro lado, la decoración geométrica astral basada en la estrella y el círculo simboliza la iluminación espiritual que la ceremonia bautismal trae consigo para el neófito.
También es frecuente que en las pilas bautismales románicas se esculpan castillos y murallas medievales con torres, ventanales, puertas, etc. que representan la "Ciudad de Dios" o "Jesuralén Celestial" que se encuentra en lo alto y que el Bautismo, tras la eliminación del pecado, permite su entrada en ella. Una de las más bellas pilas españolas, la de Redecilla del Camino, lo representa de manera soberbia.

ORFEBRERIA Y ESMALTES ROMANICOS



Historia
Las Artes Suntuarias, llamadas en ocasiones "artes menores" han sido menos estudiadas que la arquitectura, escultura y pintura románicas, sin entender que forman parte del mismo mundo artístico, religioso y simbólico que sus hermanos mayores.
En relación a las artes mayores, las obras de arte basadas en el los metales preciosos (orfebrería) esmaltes y marfiles son muy escasas, dado que su alto valor monetario y carácter mueble han propiciado el expolio de muchísimas de ellas durante siglos, y en ocasiones el refundido o reaprovechamiento de sus materiales para otros objetos al gusto de cada época.
A pesar del escaso panorama actual, sabemos que el mundo románico, sin embargo, creó inmensas cantidades de obras de arte basadas en la orfebrería y los esmaltes, como consecuencia del auge de la construcción de catedrales, iglesias y monasterios.
Hasta esta época, la producción fue muy limitada y se originaba en donaciones de hombres poderosos (reyes, nobles y obispos) a los templos existentes, dotándolos de Tesoros, como símbolo de riqueza y prestigio que, pretendiendo con ello ganar la salvación eterna. Hay que pensar que el brillo del oro era interpretado como reflejo de la luz divina. En el año 803, en el concilio de Reims, se prohibió la utilización de cálices realizados con materiales de origen vegetal y animal, ya que la sangre y cuerpo de Cristo sólo podía estar en contacto con metales preciosos.
Aunque es de suponer que se elaborasen joyas de uso personal, la mayor parte de las obras realizadas se centraban en objetos religiosos, como frontales de altar, arcas, relicarios y material litúrgico: cruces, cálices, copones, etc.
Habitualmente se elaboraban estas obras con oro, plata y bronce u otras aleaciones como el latón, que frecuentemente eran repujados y colocados sobre bases de "alma" de madera.
Sin embargo, algunas de las obras más destacadas de las artes suntuarias del periodo románico combinaban metales preciosos y esmaltes (en ocasiones, también, marfiles)
Los objetos y productos de orfebrería, con o sin esmalte, que se realizaban eran muy diversos: arquetas-relicario (arcas), imágenes-relicario, palomas eucarísticas, báculos, cálices y copones, cruces, incensarios, etc.
la elaboración de la orfebrería medieval se basaba en la conjunción de diferentes materiales y técnicas aplicadas a las planchas de metal de base:
Filigrana: era la labor realizada a base de hilo de oro que se suelda a la lámina de base.
Pedrería: no solían ser piedras preciosas sino gemas más o menos irregulares brillantes y de colores (de almandina o granate, cristal de roca, ágata...) que se presentan pulidas (cabujones) o talladas (chatones) y también se usan perlas irregulares (aljofares) y se aprovechan entalles y camafeos antiguos. Estas piedras se engastan (se incrustan dentro de una pequeña cazoleta soldada a la lámina base y se remachan los bordes), o se engarzan (se sujetan en el aire con patitas o garras).
Origen y desarrollo de los esmaltes en el período prerrománico
Los esmaltes son vidrios coloreados compuestos de sílice y óxidos metálicos colorantes: antimonio, plomo, plata (amarillos); hierro (rojo); cobre (verde); cobalto (azul); manganeso (violeta); cinc (blanco). que se aplicaban sobre objetos o planchas de plata, oro, cobre o incluso hierro
En el mundo bizantino los esmaltes adquirieron una enorme importancia en la creación de tesoros. De Bizancio, esta, producción artística se trasvasó a Europa Central (monasterios renanos) gracias al matrimonio de Otón II con la princesa bizantina Teofanía, nieta del emperador Constantino Porfirogeneta, que aportó -en su dote- magníficas joyas de aquel arte y llevó en su séquito a Tréveris algunos artífices de su país. Con este patrimonio se introdujeron grandes artistas del esmalte en el imperio germánico.
Una innovación de los germanos fue la de sustituir el oro por el cobre, con lo que se abarató el producto. Los talleres de la época estaban en el entorno de Colonia, la Escuela del Rhin, y en el territorio del Mosa (Escuela Mosana) con especial relevancia en Verdún.
Durante toda esta época altomedieval (período bizantino, prerrománico y comienzos del románico) los esmaltes se realizaban con la técnica del Tabicado Bizantino (Cloisonné ), sobre oro o plata, poco sobre cobre. Siguiendo las líneas del dibujo elegido se colocaban, perpendicularmente soldadas, laminillas finas o tabiques; los compartimientos resultantes se llenaban con polvos de esmaltes fundiéndolos en el horno y puliéndose luego la superficie.
Los esmaltes románicos de la Europa meridional
Más al sur y a principios del siglo XII, la ciudad de Conques, en una de las ramas del Camino de Santiago, florece un taller de gran importancia que hizo magníficas piezas, de colores vibrantes, de bellos tonos turquesa, verde y rojo.
Pero pronto el centro de gravedad de los esmaltes de la Europa meridional pasa a Limoges donde se abandona la técnica de tabicado y se centra en el tipo excavado o "champlevé".
Este nuevo y más barato sistema se basa en el uso de planchas de cobre talladas y ahuecadas con buril o ácido. En las depresiones del metal así generadas, se aplicaban las pastas de vidrio, muy espesas. Por último se introducía la plancha en el horno de fundición y se pulía para alcanzar el acabado final. Luego se le agregaban figuras o cabezas de bronce dorado y cincelado en relieve.
La situación geográfica en el camino hacia Santiago y hacia Conques y su propia peregrinación a San Marcial hicieron muy popular la industria de esmaltes de Limoges, de tal modo que alrededor del año 1200, la producción sobrepasó el ámbito de los monasterios pasando al artesanado laico, con lo que tal exceso de producción supuso una caída de la calidad y los precios. Las obras esmaltadas de Limoges son innumerables en todos los museos y colecciones. (VER FOTO LATERAL de arqueta con esmaltes de Limoges conservada en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid)
Sus obras se centraron en arquetas, Vírgenes, tapas de evangeliarios, báculos, palomas eucarísticas, copones, incensarios, candelabros, platos, gemellones etc. Especial relevancia tuvieron las Cruces Procesionales que llegaron a realizarse "en serie" con una fisionomía repetitiva y visualmente muy efectivos, como el que aparece en la foto lateral de Museo Arqueológico Nacional.
Orfebrería y esmaltes románicos conservados en España
Afortunadamente, en España se conservan valiosísimos tesoros de orfebrería y esmaltes de estilo románico. Algunos son obras hispanas y en otros casos, de procedencia extranjera, sobre todo Limoges en lo relativo a los esmaltes.
El Tesoro de San Isidoro de León
Sin duda, el tesoro más importante conservado en España es el procedente del taller real de la Colegiata de San Isidoro. Tal patrimonio es fruto del mecenazgo que los reyes Fernando I y Sancha ejercieron durante sus vidas en beneficio de la Colegiata a partir de mitad del siglo XI. Para entender tal hecho hay que pensar que desde el siglo X existía aquí un monasterio dedicado al niño mártir de Córdoba San Pelayo y a San Juan Bautista, donde Alfonso V depositó los restos de sus antecesores, los reyes leoneses. Fernando y Sancho eligieron este lugar como Panteón Real construyendo la primitiva iglesia y su famoso pórtico y su prestigio no hizo más que crecer con el traslado de las reliquias de san Isidoro de Sevilla y San Vicente de Ávila.
Fruto de este esplendor, en San Isidoro se conservan la:
Arqueta relicario de plata de San Isidoro
que se sabe ya existía en 1065 y creada para albergar el cuerpo de San Isidoro de Sevilla, cuyo traslado a León tantas celebraciones y fastos supuso. Tiene alma de madera y recubierta de plata repujada con escenas del Génesis: Creación de Adán, Tentación, Reconocimiento de la culpa, Dios viste a Adán y Eva, Expulsión del Paraíso y finalmente un retrato de Fernando I de pie.
Las figuras tienen moderado relieve salvo las cabezas mucho más acentuadas. Se relaciona con las puertas otonianas de Hildesheim y otros trabajos más delicados de la orfebrería alemana.
Arqueta de los marfiles (San Juan Bautista y San Pelayo)
Arqueta mandada fabricar por Fernando I y Doña Sancha en el año 1059 para contener la mejilla de San Juan Bautista. Originalmente fue de oro con piezas de marfil, aunque actualmente el metal ha desparecido quedando el resto.
Cáliz de Doña Urraca
Donación de la hija de Fernando I. Está formado por dos copas de ágata romano-orientales unidas y forradas de oro en el siglo XI. Se adornó, además, con piedras, perlas y un camafeo. La inscripción bajo el nudo indica el nombre de la donadora: "IN NOMINE DOMINI URRACA FREDINANDI"
Arqueta de los esmaltes de Limoges
Obra de finales del siglo XII o comienzos del XIII. Es un relicario de madera con 17 planchas de esmaltes de tonalidades azules con las figuras de Cristo crucificado y en majestad, María, Juan, Tetramorfos, ángeles y los apóstoles.
Arqueta de las Bienaventuranzas
Obra fechada en 1063. Estaba formada por un recubrimiento de plata (desaparecido) y siete placas conservadas de marfil con un ángel y un santo en cada una de ellas que representan las Bienaventuranzas. Actualmente se guarda en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Tesoro de la Catedral de Oviedo
De su densa historia, Oviedo conserva importantes obras de artes santuarias en su catedral. De estilo asturiano son la cruz de la victoria y la cruz de los ángeles, amén del arca de las ágatas. De estilo románico tenemos:
Arca santa
Alfonso VI en 1075, tras abrir la vieja arca de cedro que contenía desde hacía siglos varias importantes reliquias, entre ellas el Santo Sudario de Cristo, mandó cubrir el viejo arcón con plata sobredorada y repujada. Las escenas representadas tienen que ver el ciclo de la Infancia de Jesús y la crucifixión. La cara principal, a modo de frontal, representa a Cristo en Majestad con cuatro ángeles portando la mandorla y los doces apóstoles bajo arquerías de medio punto. Sin duda, es una obra de excelente calidad y sorprende la movilidad de los personajes en unas fechas tan iniciales del románico.
Díptico relicario del Obispo Don Gonzalo
Obra encargada por el obispo Gonzalo Menéndez entre 1162 y 1175. Se trata de dos planchas de madera recubiertas de plata finamente tratada con filigranas y cabujones, además de pedrería. Las figuras de marfil representan la crucifixión entre María, San Juan y Adán y un Pantocrator en medio de los símbolos de los cuatro evangelistas. Se trata de una obra de carácter románico pleno similar en estilo a las representaciones de madera de la época.
Tesoro del Monasterio de Silos
Desde que Hildburgh identificó por primera vez a algunas piezas como españolas, se ha discutido mucho sobre el tema y se tiende a creer en la existencia de talleres en España sobre todo relacionados con Silos. En el Museo de la Abadía se conservan, entre otras obras de arte de gran valor de orfebrería y esmaltes, las siguientes:
Arqueta Relicario
Magnífica Arqueta esmaltada rectangular con cubierta a dos vertientes, coronada por una crestería de motivos calados con arcos de herradura. Incorpora las escenas de la Crucifixión y a Cristo en Majestad en la Mandorla, además de santos o apóstoles bajo arcos de medio punto. Parece ser obra de Limoges.
Otras piezas que el visitante puede admirar "in situ" en el museo del monasterio son: la cruz gemada (siglo XIII), donación del rey Alfonso VIII, hecha en bronce y filigrana, el Báculo Abacial y la Paloma Eucarística.
Frontal de la urna de Santo Domingo
sin duda, el frontal de la urna que rodeaba el sepulcro de Santo Domingo de Silos (actualmente en el Museo de Burgos) es una de las obras cumbres de la orfebrería y esmaltería medieval española.
Es obra de 1165-1170 y se trasladó desde el claustro a la iglesia para facilita su veneración a los peregrinos.
Se representa a Cristo en Majestad rodeado del símbolo del Tetramorfos y los doce apóstoles bajo arquerías de medio punto sobre la cual se ven edificios de la Jerusalén Celestial. En esta obra trabajaron excelentes esmaltistas y maestros del metal capaces de labrar las delicadas cabezas de Cristo y los apóstoles, o los fustes y capiteles de las columnas que lo adornan y tras dibujar las superficies a esmaltar con trazo seguro.
Vírgenes
Virgen de la Vega de Salamanca
Como la Virgen de Husillo de Palencia o la de Artajona (Navarra) la Virgen de la Vega de la catedral de Salamanca es obra de un taller de formación limosina (¿quizás afincado en Salamanca?). Es una bella obra de Virgen sedente con el Niño realizadas con broce dorado y cobre. El tronco y trono están decorados con esmaltes. El trono tiene a los Apóstoles bajo arcos de medio punto de marcado estilo bizantino.
Vírgenes de Irache y de la Catedral de Pamplona
Muy relacionadas estilísticamente, parece que la de Irache es anterior a la de la seo pamplonense cuyo autor debió ser discípulo del primero. Son tallas de madera forradas con diversas capas de plata que forman un complejísimo y espectacular ropaje. La talla del niño y el trono de la de Pamplona son del siglo XVII.
Virgen de Artajona
Estatua relicario de la Virgen y el Niño hechos de metal con esmaltes en el trono, y basamento además de la bolas de color turquesa que adorna las cenefas de la ropa de la Virgen
Virgen las Batallas de San Pedro de Arlanza
Virgen con el Niño de metal, sin alma de madera, procedente de San Pedro de Arlanza y obra de talleres de Limoges. Cuenta con base y trono esmaltados. Hoy se expone en el Museo de Burgos.
Otras obras conservadas de orfebrería y esmaltes
Crucifijo esmaltado de la Seu de Urgell
Se trata de una cruz de altar de influencia bizantina de cobre y esmaltes de gran belleza conservado en el Museo Diocesano. Las figuras se realizaron con primorosos esmaltes de color blanco, azul y verde, según la técnica "champlevé". Cristo está crucificado con dos clavos en los pies y sobresale el relieve de su cabeza. En los cuatro extremos, con claro simbolismo, aparece la mano de Dios Padre, y los bustos de María, San Juan y Adán, el primer pecador.
Se cree que su origen fue el monasterio burgalés de Santo Domingo de Silos, donde existió un taller de gran calidad relacionado con Limoges.
Retablo de San Miguel in Excelsis, en San Miguel de Aralar
El magnífico retablo de San Miguel de Aralar, tal vez procedente de la catedral de Pamplona es una de las obras cumbre de la orfebrería y esmaltería románica. Los expertos encuentran en él doble influencia de Limoges y de Silos. Iconográficamente resulta extraño, como destaca Bango Torviso, la representación de la Virgen María y el Niño rodeado por el Tetramorfos.

Esmaltes de Limoges de la Catedral de Orense
en el Museo catedralicio de Orense se guardan 53 piezas de cobre dorado grabado y esmaltado de Limoges, de las que la mayoría pertenecerían a la arqueta de San Martín o con mayor probabilidad a un frontal de altar de grandes dimensiones.